Cuantificando el retorno de inversión. El ROI en proyectos TIC (III)

Poniéndole el cascabel al gato

Si no hemos realizado un buen análisis de las operaciones actuales de nuestra empresa y sus procesos administrativos, no merece la pena realizar ningún cálculo sobre la potencial mejora que nos proporcionará el sistema, a menos que una de nuestras pasiones sea la de escribir relatos de ciencia ficción. De hecho lo realmente raro y excepcional es que este tipo de análisis se realicen.

Lo primero que debemos de establecer son las principales ventajas que aporta un nuevo sistema a la empresa. Si nos atenemos a los folletos de los fabricantes de software descubriremos que son decenas, cuando no cientos. A nivel de cálculo del retorno de inversión lo que nos interesa principalmente son dos variables que pueden ser cuantificables en cierta medida: eficiencia y operatividad.

Para obtener una cifra razonable sobre la repercusión de la eficiencia ganada con el nuevo sistema tenemos que tomar el cálculo hecho previamente y conforme a las estructura realizada (por departamentos, procesos, subsidiarias, etc..) comenzar a descontar los costes de los procesos eliminados con el nuevo sistema, descontar las mejoras en eficiencia conseguidas y añadir las penalizaciones que pudiera suponer el nuevo sistema. La cifra obtenida nos dará el ahorro total que obtendríamos para realizar el mismo número de operaciones. Dividido por el coste obtenido del sistema anterior obtendríamos el porcentaje de mejora en la eficiencia.

El cálculo de las mejoras en operatividad es algo más complejo, el objetivo principal es cuantificar el aumento en la capacidad operativa obtendríamos con el nuevo sistema. Esto es especialmente interesante para organizaciones inmersas en planes de expansión. De nada sirve aumentar nuestras ventas sino tenemos la capacidad operativa suficiente de para poder atender un mayor número de pedidos en nuestra empresa.  A groso modo podemos aplicarlo en base al coeficiente de mejora en la eficiencia obtenido en el anterior apartado.

Por otro lado toda mejora en eficiencia suele llevar aparejada una mejora en la operatividad esto siempre funciona así, en este sentido pero no siempre en el inverso. Puede ser que mejoras en la operatividad de una empresa como la apertura de una nueva línea de fabricación puedan hacerla más operativa pero menos eficiente.

Las mejoras y su impacto competitivo

Otro punto a tener en cuenta es cómo estas mejoras pueden afectar a la posición competitiva del la empresa en el mercado. Por un lado puede permitirnos mejorar la rentabilidad con unos mayores dividendos  que pueden ser repartidos o reinvertidos a fin de mejorar todavía más la posición competitiva. La otra opción más lógica sería repercutir estas mejoras en una bajada de precios que nos permitiera incrementar nuestra cuota de mercado.

Sea cual sea la estrategia de nuestra empresa, cualquier estimación sobre el ROI ha de centrarse en nuestros objetivos estratégicos. Lo lógico es que antes de considerar un proyecto tengamos realizado un análisis o plan estratégico de la empresa y sepamos qué tipo de mejoras en eficiencia debemos de buscar. Si por ejemplo la empresa busca una reducción de precios que le permita mejorar su posición competitiva habrá que emplearse a fondo en la mejora de eficiencias operativas o búsqueda de sinergias con el canal de suministros. Este puede ser de por si un planteamiento muy válido a la hora de comenzar a considerar un nuevo proyecto y nos facilitará enormemente todo el proceso de análisis.

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